28 de diciembre de 2014

En aquel lugar donde estar despierta significa seguir soñando.

No lo entiendo.
No lo comprendo.
Mi vida está apegada a un sin fin de sinrazones,
y me hacen dudar a cerca de mi existencia.
¿Por qué existo?
¿Por qué respiro?
O quizás no...
Quizás viva en un mundo al revés y esté muerta.
Quizás solo quizás,
los ángeles son demonios y los demonios ángeles,
el cielo es verde y el campo azul,
quizás la vida es la muerte y la muerte la vida,
y entonces, solamente entonces, yo estaré viva.

21 de diciembre de 2014

Alas de ángel

Recuerdo como me gustaba de pequeña volar. Alzaba mis alas al viento y surcaba el mundo con ellas. Era poderosa, invencible. Sin embargo, a todos los ángeles de clase media-baja les quitan sus alas a los siete años. El gobierno achaca eso a que las alas no son más que un adorno superficial, insignificantes  para la esencia de los ángeles. Todo el mundo sabe que lo que gana el gobierno con eso es tenernos controlados, pero nadie lo reconoce, pues tienen miedo de lo que les pueda pasar si lo hacen. Me acuerdo perfectamente el día que me cortaron las alas. Fui de la mano de mis padres hasta el hospital. Ese día había mucha gente. Normal, como yo, muchos niños iban a que les cortaran las alas. Me coloqué en la cola y esperé a que llegara mi turno. De repente, se oyó a un hombre gritar por el camino. “Me podréis quitar mi casa, mis alas, mi familia incluso, pero nunca me quitaréis las ganas de volar”: dijo. Después lo encerraron rápidamente en una habitación. Esas palabras se me quedaron grabadas en mi cabeza.  Mi turno llegó. Me durmieron. Cuando desperté noté el vacío de mis alas. Ya no podía surcar el cielo, solo desplazarme caminando. Me sentí aprisionada, pequeña, débil. Desde ese día mi sueño fue volver a surcar los cielos.

Me empecé a interesar en la mecánica. Desarrollé artilugios mediante cacharros rotos que encontraba por la calle. Un día comencé a diseñar alas. Me costó mucho trabajo encontrar una estructura adecuada. Había muchas complicaciones, pero lo terminé consiguiendo. Ese día fui al campo, lejos de la ciudad. Ese día volví a sentir lo que hace mucho tiempo no sentía. Ese día volvía a volar. Volví a sentir la brisa acariciar mi cuerpo. A sentir un cosquilleo en mi interior cada vez que descendía a toda velocidad hasta casi rozar el suelo. Volví a sentirme gigante y poderosa al observar el paisaje desde las alturas. A partir de entonces desarrollé cientos de estereotipos de alas mecánicas. También fui todos los días que podía al campo para volar. Volví a sentirme libre.

Sin embargo, un día alguien me pilló. Me mandaron ir al tribunal de justicia. Me sentí minúscula cuando entré y me vi acorralada por los cientos de ojos que me observaban desde las alturas del parlamento, con sus imponentes alas desplegadas, en señal de superioridad. Me situé en el centro de la sala. Una cámara grababa todo lo que ocurría. Eso significaba que muy probablemente ya me habían dado por muerta. A veces graban juicios en los que saben que los inculpados van a perder. Sirven para escarmentar al pueblo. Ignoré todo aquello que decían. Me acordé de aquel hombre del hospital. El juez me dio el turno de palabra. Entonces me acerqué a la cámara que grababa todo y dije en voz alta:

“Que nunca os quiten vuestras alas, las ganas de volar. Volad más alto que ellos, que nunca os puedan alcanzar. Que nunca os quiten vuestros sueños, las ganas de soñar. Esas son vuestras verdaderas alas, las que nunca os podrán quitar. Soñad, soñad siempre y vuestros sueños se harán realidad.”


Y entonces unas alas mecánicas salieron de mi cuerpo. Alcé el vuelo, escapé del parlamento rompiendo una de las ventanas y surqué los cielos hasta perderme en la infinita inmensidad de ellos.

7 de diciembre de 2014

Con el lento avance de las agujas del reloj nuestras vidas van cobrando sentido.

Hace poco comprendí uno de los misterios más grandes del universo: el tiempo.

¿Qué es el tiempo? Podríamos definirlo, pero realmente no lo entenderíamos. No podemos comprenderlo, solo intuirlo, porque no existe. Es solo una creación humana para explicar la realidad, para facilitarnos la vida.

El tiempo nació el día en el que el ser humano lo creó, desde entonces viajó a lo largo de la historia, porque nosotros le dimos esa propiedad. Le dimos, además, la propiedad de dividir nuestras vidas, de crear un antes, un después, y un ahora que ya es pasado, de mediante una ínfima franja separar lo que es de lo que será; de regir nuestras vidas, de depender constantemente de él. Esto puede ser tedioso para nosotros. Nuestra propia creación nos gobierna, además de fastidiarnos cuando desea. Los buenos ratos los pasa rápidamente y los malos, los ralentiza hasta llegar a parecernos eternos.


Es por eso que debemos aprender a convivir con él: soportarlo en aquellos momentos molestos, disfrutar de él en los instantes en los que nos es agradable y aprovecharlo al máximo. Al fin y al cabo nuestro afán por aprovechar el tiempo, es aquello que pone rumbo a nuestras vidas, nos ayuda a seguir cuando estamos desganados, pues sabemos que algún día no podremos hacerlo.

30 de noviembre de 2014

Somos humanos

Somos lascivos, rijosos, voluptuosos, lujuriosos, libidinosos, obscenos.
Somos humanos.

Somos golosos, glotones, zampones, insaciables, voraces, zampabollos.
Somos humanos.

Somos avariciosos, codiciosos, roñosos, egoístas, ambiciosos, tacaños.
Somos humanos.

Somos holgazanes, gandules, perezosos, dejados, vagos, descuidados.
Somos humanos.

Somos histéricos, irritables, coléricos, gruñones, irascibles, iracundos.
Somos humanos.

Somos celosos, envidiosos, recelosos, resentidos, peluseros, desconfiados.
Somos humanos.

Somos vanidosos, orgullosos, pedantes, petulantes, arrogantes, envidiosos.
Sí, somos humanos.

Por ello yo os digo que también somos inocentes, y somos humanos; somos moderados, y somos humanos; somos generosos, y somos humanos; somos diligentes, y somos humanos; somos serenos, y somos humanos; somos nobles, y somos humanos; somos modestos, y somos humanos.

Somos y dejaremos de ser, porque somos humanos.

24 de noviembre de 2014

Mundo gatuno

Caminando por la arena al lado del mar, ves los siete soles. Todos en el horizonte, uno es rojo y grande. Otros dos son amarillos y están unidos por una estela, casi se fusionan. Otros dos naranjas y uno verde y uno de un azul intenso. Todos lentamente, empiezan a esconderse en el horizonte.
Al fondo antes del mar abierto hay dos montañas con un nieve en sus pendientes, provocan sombras largas sobre el mar que tienes en frente. El agua del mar forma burbujas que flotan en el espacio. Se crean y se destruyen  juegan con poca luz que queda en esta playa.
Una de estas burbujas se forma justo al lado de tu zancada. La observas mientras asciende hasta elevarse por encima de tu cabeza. Se funde con otra. y cambia de rumbo. Oyes un ruido a tus espaldas, te giras y ves como un bandada de gatitos con alas que se acercan estrepitosamente. Comienzan a jugar con las masas de agua y las empujan hacia ti. Quieren mojarte, hoy ese es su objetivo. tu intentas esquivar el agua, sin éxito. Acabas empapado pero no te importa te ríes, es divertido. Sigues andando y los gatitos revolotean a tu alrededor.
 Te sientas en una roca y observar como acaban desapareciendo todos los soles, para dejar paso a la noche. Los gatitos se van posando a tu alrededor, juegan con el agua y entre ellos. Pero tú ya no eres el objetivo. Simplemente los observas mientras corretean, salta y juegan juntos.
Al cabo de un tiempo, acaba de desaparecer el último rayo de sol que se filtraba a través del agua.
 Y los gatitos comienzan a tener sueño. Se acurrucan a tu alrededor y comienzan a dormir. En algún momento abandonas tu forma humana te transformas en gatito y te acurrucas junto a los demás. Te duermes en ese mundo gatuno.

23 de noviembre de 2014

El no despertar de la eterna pesadilla

Despierto. Acabo de tener una pesadilla. Me levanto de la cama y voy a la cocina. Están mis padres. Les saludo, pero no no me responden. Me ignoran, como en mi pesadilla. Doy un golpe en la mesa y miran sin mirarme. De repente veo una niña en frente de mí y la recuerdo. Es mi hermana. Yo la maté. Me mira y me dice: "¿Es que no lo entiendes?". Yo la miro con lástima. "Lo siento, perdóname": la digo. Mi hermana muerta hace... 9 años, 13 días, 8 horas, 14 minutos, 38, 39 segundos, niega con la cabeza y se acerca a mí. Va a sacar un espejo. Lo sé. Ya he vivido esto antes. Me veo. Yo no tengo 17 años, tengo 8. "Estás muerta": me dice. Grito golpeo todo. Voy a mi cama decidida a dormir. Esto es otra pesadilla.

15 de noviembre de 2014

La grandeza de lo desconocido

Nota de la autora: 
Quizás esta historia sea difícil de comprender. Sobretodo si lo imagináis desde una perspectiva ajena a las pequeñas criaturillas protagonistas de la historia. A si que, os animo a que lo leáis tranquilamente, y desde la perspectiva del pequeño pueblo eboniano.


En lo más profundo y frondoso del bosque, había un pozo. Dentro del él, en sus aguas, flotaba una gran hoja de roble donde habitaban unos pequeños seres llamados ebonianos. Los ebonianos generaron una gran comunidad, se desarrollaron rápidamente y realizaron hallazgos increíbles y asombrosos. Un pequeño eboniano, llamado Colombín, fue el primero en pisar una tierra nueva a la que llamaron la Nueva Hoja. Otro pequeño eboniano, llamado Fernandín, descubrió que el mundo era plano y su límite eran unas paredes infranqueables que  formaban un círculo. Más tarde, un pequeño eboniano, llamado Neilín, cumplió el sueño de todo eboniano: llegar a pisar la gran superficie colgante a la que ellos llamaban Cubuna. Los ebonianos querían llegar más lejos. Querían llegar hasta el montón de hojas que se situaba encima de ellos. 

Sin embargo, llegaron a la conclusión de que estaba tan lejos, que en realidad lo que ellos veían no era realidad, si no un espejismo provocado por las hojas que se encontraban en el fondo del mundo. Más tarde, al ver que caían hojas al agua del mundo, se dieron cuenta de que esa teoría fallaba y no podía ser cierta. Asi que, desarrollaron otra. El universo estaba formado por un espacio cilíndrico -en cuyo fondo había un medio acuoso que era donde se situaban actualmente- y miles de hojas que muy lentamente se iban hundiendo en ese medio acuoso hasta reaparecer arriba del espacio cilíndrico y volver a caer en el medio acuoso. Siguieron pensando eso durante miles y miles de años ebonianos. Creían que esa era una teoría irrefutable. Sí, eso creían, porque un día vieron que la Cubuna se empezó a mover. El pueblo eboniano estalló en caos. “¡Es el fin del mundo!”: pensaban asustados. Cubuna cayó en el agua y arrastró a las hojas colonizadas por el pueblo eboniano hasta dentro de ella. Lentamente los ebonianos subidos en la Cubuna, fueron ascendiendo por el espacio cilíndrico hasta llegar a un espacio inmenso, lleno de cosas gigantes y desconocidas. Después, todo ese mundo fue cubierto por un enorme ser desconocido. El ser pareció fijarse en ellos. Cogió las hojas y las metió dentro de unos frascos. El pueblo eboniano estaba dividido. Unos pensaban que aquel ser era el Dios todopoderoso llamado Ebonio, mientras otros creían que aquel ser se trataba de un alienígena de otro mundo mucho más desarrollado, y algunos seguían creyendo que aquello se trataba del fin del mundo y que aquel ser solo les conduciría a su muerte. Todos los poderosos del pueblo eboniano se reunieron y decidieron que debían tratar de comunicarse con aquel ser, fuera quien fuera. 

Más tarde, cuando aquel ser abrió el frasco, los ebonianos usaron un dispositivo para amplificar enormemente el sonido y empezaron a hablar. “Hola ser”: dijeron. El ser parecía sorprendido. Sin embargo, dijo: “Hola”. Poco a poco los ebonianos fueron comunicándose con ese ser, que al parecer se llamaba Tomás, y pertenecía a la raza humana. Tomás respondió a todo lo que los ebonianos preguntaban. Les tuvo que repetir varias veces que en ningún momento tuvo la intención de matarlos, ni que era el Dios todo poderoso llamado Ebonio. Les explicó cómo estaba formado el universo y los pequeños ebonianos se quedaron sorprendidos de lo confundidos que estaban. Sin embargo, cuando les dijo que todo aquello terminaba al llegar al límite de una esfera que se expandía cada vez más, los ebonianos se rieron. Le dijeron que al igual que ellos creían que solo existía aquel espacio cilíndrico y estaban tan equivocados, el pueblo de Tomás también lo estaba, y que aquella parte que ellos consideraban finita, en realidad se trataba de una cosa pequeña que formaba parte de algo mucho más grande.

11 de noviembre de 2014

Sombras de la vida

Todo es sombrío en mi ciudad. Absolutamente todo.

Estoy en mi escritorio intentando estudiar. No puedo. Las sombras, están presentes, en cada esquina de esta habitación. Por mucha luz que ponga, nunca se irán del todo.
En el exterior, la lluvia repiquetea contra mi ventana. Distingo un cielo gris, oscuro, apagado. Apenas llega la luz solar al suelo. Toda mi ciudad tiene los mismos colores apagados y sin alegría. Podríamos decir que es gris. Todo es igual. Nada cambia.

De vez en cuando alguien diferente. Se reconoce quién es diferente. Camina animado. No siempre está sonriente, pero sonríe su alma que es lo importante. Sigo escuchando el repiqueteo de las gotas contra el cristal. Soy incapaz de concentrarme en mi tarea.

Decido dar una vuelta. Saco a pasear bajo la lluvia a mis temores, mis problemas y dolores. Bajo las escaleras. Sombrías y grises como el resto de elementos en esta realidad. Llego a la puerta grande de mi portal. Es negra como el carbón, con dos pequeñas ventanas semitransparentes. Apenas deja pasar la luz al interior del edificio. La abro y salgo a la calle. La lluvia me acompaña.
Comienzo a caminar hacia ninguna parte en especial. ¿Para qué protegerse de la lluvia? No es necesario, noto cada gota que cae sobre mi cuerpo, hasta que son tantas, que ya ni las siento. Me duele el alma. Es demasiado difícil de explicar. Me siento gris como el resto de mi ciudad. Yo antes era alegre. Ya se me fueron las ganas de serlo. Ya solo pienso en hacer lo que se espera de mi. Mi diversión, mi razón de vivir acabó aquel día. Ese día que no quiero recordar. Me sigue doliendo, no lo superé, ni lo superaré. 
Me quedo pensando, ya no tengo ninguna razón para vivir. Entonces ¿por qué sigo viviendo? Si mi dolor me ha arrebatado mi felicidad. Ya no quiero vivir, no quiero más sufrimiento.
Me paro en seco, en medio de esta larga avenida. Me siento en el suelo. Está mojado. Me da igual. Todo da igual.
Me tumbo en la acera. Siento el contacto del agua con mi piel. Comienzo a temblar.
Me quedo observando un charco de agua que se ha formado justo en frente de mí. Observo cada gota que cae en él.
Así me quedo, tumbada de lado, y me dejo morir bajo esta lluvia otoñal.

9 de noviembre de 2014

Perfecta imperfección

Que bellas son las imperfecciones, pues son ellas las que nos hacen perfectos. Son de ellas de las que nos enamoramos, pues yo os digo que es más fácil enamorarse de las imperfecciones de una persona que de las perfecciones de la otra. Son las imperfecciones las que al mejorarlas se hacen perfectas y nos diferencian. Una persona se hace perfecta cuando es capaz de mejorar sus imperfecciones dadas. Por tanto no amamos la perfección, si no lo que nos es dado.

7 de noviembre de 2014

Que aprendan

Sopla, viento, sopla.
Que todas las hojas aprendan a volar.
Que se desprendan de su vida pasada.
Que vuelen hacia la eternidad.
¿Qué es más divertido que eso?
Nada, no lo es nada.

Y que también aprendan a nadar,
así podrán llegar,
a través de agua a otro bello lugar.

Que aprendan a tener paciencia,
 por que sólo cuando sea la hora, empezarán a volar.

Que aprendan ayuden a los demás,
que cuando el viento no esté,
necesitarán la suya para volver a volar.

Que aprendan a vivir,
 será lo último que hagan en este mundo.

Que aprendan a aceptar la muerte,
para poder morir en la paz del ente.

Que aprendan, a fin y al cabo, a ser hojas.

6 de noviembre de 2014

El hombre que quería ser libre

Erase una vez, un hombre que pensó que no era libre. Pues siempre dependía de otros hombres y debía obedecerlos. Por ello, ese día pidió a los seres del más allá que le dejaran ser libre de los otros humanos. Un ser le escuchó e hizo realidad su deseo.Pasaron los días. El hombre ya era libre de de los demás seres humanos.
Pero un día, se dio cuenta de que la naturaleza lo controlaba, dependía de ella. Pues unos días llovía y debía refugiarse, y otros, hacía calor y debía aguantarse. Por ello, pidió a los seres del más allá ser libre de la naturaleza y no depender de ella. Un ser le escucho y le concedió su deseo.Ahora el hombre tampoco dependía de la naturaleza.
Sin embargo, los días fueron pasando, y el hombre se dio cuenta de que dependía de sus propios caprichos y sus vicios.Era controlado por cosas tan simples como la bebida y las drogas. El hombre pidió una vez más a los seres del más allá ser libre de sus propios vicios.
Y una vez más un ser le escuchó y cumplió su deseo. El hombre ya no dependía ni de los demás hombres, ni de la naturaleza, ni de sus vicios.
Los años fueron pasando y el hombre se dio cuenta de que, las personas a su alrededor envejecían y morían. El hombre quería ser libre de la muerte, del tiempo. Y así como las otras veces, pidió a los seres que le dejaran ser libre de la muerte. Un ser le escuchó e hizo realidad su deseo. Las manchas rojas afirmaron que el hombre ya era libre de la muerte.

2 de noviembre de 2014

Caminante

Adéntrate en el bosque. Sumérgete. Crea tu camino y no sigas a otros. Encuentra peligros y supéralos. Aprecia la belleza de lo que has hallado, no todos verán lo mismo que tú. Tropieza con más personas, y si coinciden contigo, entonces, guíalas, y déjate guiar. A veces el paseo es más bonito en compañía, pero no por ello debes desviarte de tu verdadera senda. Sigue caminando, hasta que estés cansado. Entonces cierra los ojos y descansa feliz. Por que has hecho tu camino.

29 de octubre de 2014

Soñando contigo

Estoy sentada cerca de la entrada de un metro. Sumergida en mi lectura de un libro que ahora no recuerdo. La entrada de metro desemboca en una plaza, el suelo está limpio. Es de granito. A un lado de la plaza hay una terraza en la cual, apenas hay gente. Unos cuantos árboles jóvenes y frágiles repartidos por toda la plaza, apenas logran tapan la luz del sol. Algunas hojas ha caído al suelo por que ya era su hora. Una leve brisa las estremece, igual que juega con mi pelo. Unas nubes grises tapan el cielo pero sin amenazar con lluvia. Ha llegando el otoño. Está todo tranquilo.
Tú estás en una de las esquinas de esta plaza. Observando esta entrada de metro. Tus amigos te preguntan: "¿Todo despejado?" a lo que tú respondes afirmativamente. De pronto te fijas en mí. Te preguntas "¿Quién es esa chica? es peligroso que este ahí." Quieres avisarla. Avisarme, del peligro que corro. Pero pondrías en peligro la misión que tú y tus compañeros estáis realizando. Sigues tus instrucciones sin inmutarte por mi presencia.
Entras con tus amigos en el metro. Yo estoy ahí ajena a todo. Al pasar por mi lado, quieres acercarte a mi, decirme lo peligroso que es estar ahí, que corra y huya de ahí. Pero no lo haces, ¿Qué te impide hacerlo? No lo sabes. Sigues a tus compañeros. Empezáis a instalar la bomba que hará que todo explote por los aires. Sigues pensando si avisarme o no. 
Acabáis la instalación y salís. Es tu última oportunidad de avisarme. Sales el último y antes de pensar en si está bien o mal. Te acercas a mí. Te agachas para que tus ojos y los míos estén a la misma altura. Me dices: "Sal corriendo lo más lejos que puedas". Yo te miro sin entender nada. Nuestras miradas se sostienen durante unos segundos. Luego, casi en un susurro oigo que me suplicas: "Por favor, hazlo. Pero espera a que yo me haya alejado para que no nos relacionen". Te alejas y vuelves con el resto del grupo.
¿Por qué te acercaste a mí en ese momento? ¿ Por qué decidiste hacerlo? Toda una misión fríamente calculada, hasta el último detalle, dependía de la ejecución de la misión que se te había encomendado. Nada podía variar, o todos tus esfuerzos habrían sido en vano.
 Y tú, has roto las reglas. ¿Sólo por mí? 
Me levanto, salgo corriendo en la dirección por donde tú has desaparecido. No querías que nos relacionen. Así que, aunque te veo con el resto de tu pandilla en ese callejón, esperando a algo, paso de largo. Sigo caminando hasta que encuentro un sitio lo suficientemente lejos para que "el peligro" no me alcance. Pero lo suficientemente cerca para ver lo que sucede en la plaza. Y poder ver cómo reaccionas. Puede que no me haya alejado lo suficiente. No lo sé. Mi curiosidad es mayor que mi miedo al peligro, así que me quedo ahí.
En algún momento, la bomba explota. Me sobresalto, y me quedo mirando la plaza, podría haber muerto. Solo tú me salvaste de ese destino.
Veo cómo sales del callejón y os acercáis a la plaza, junto con muchas otras personas curiosas por ver el desastre. Yo también me acerco, veo como ha quedado la plaza. Yo pertenecería a ese desastre de no ser por ti. 
Te vuelvo a ver entre la multitud. Te giras hacia mí. Nuestras miradas se encuentran. Me acerco a ti. La multitud, aunque es caótica, parece haberse puesto de acuerdo para dejarme pasar y alcanzarte.
Por fin estoy en frente tuya, tus amigos me observan y me reconocen. Antes de que digan nada, recorro el espacio que queda entre tú y yo. Tomo tu cara entre mis manos con suavidad. Deposito un beso en tus labios. Me salvaste, te amo.

26 de octubre de 2014

La muerte y la inmortalidad

Un día alguien me preguntó: ¿qué hay después de la muerte?

Es una pregunta sin respuesta, un rompecabezas sin solución. Hay gente que le tiene miedo. Yo no. ¿Por qué tendría que tenerle miedo a algo desconocido? Quizás curiosidad. Quién sabe, puede que después de la vida no haya nada. Pero, entonces no me enteraré de que estoy muerta, ya que no existo. También, puede que nos reencarnemos en otras cosas, o que volvamos a vivir la misma vida una y otra vez. O puede también que vayamos al infierno. Pero... ¿qué no es sino el mismo infierno para algunas personas esta vida? Gente que muere de hambre, o a manos de otras personas. Gente que sufre cada día, y sin embargo sonríen más que todas las personas a tu alrededor. Por tanto, como hasta en el infierno hay alegría, yo no me preocuparía.

Pero además yo sé que siempre seré parte de este mundo. Cuando muera habrá gente que me recordará y siempre estaré dentro de ellos, de sus pensamientos. Y ahora diréis: ¿Y cuando esa persona muera? Pues no pasará nada, porque a ellos también los recordarán otros, y al ser recordados, yo estaré ahí, por que formo parte de su naturaleza, de su vida. Esa es la manera en la que el ser humano es inmortal, de la que nunca se despegará de este mundo. Nunca hasta que todos nos vayamos al otro lado y seamos olvidados por la naturaleza.

19 de octubre de 2014

El Payaso Diabólico


Corro, hacia ninguna parte, pero corro. Solo pienso en correr, correr, correr y correr. Y cuando termino con la última parte de la mísera energía que me queda, caigo rodando al suelo. "Debo correr" pienso, pero no puedo más, el cansancio me gana, apenas puedo moverme. Pienso en mi colega, debió de derrumbarse antes que yo. De repente, de ninguna parte, una hoja de papel aparece. La cojo a duras penas. En ella está escrito:

Podréis correr, huir, esconderos... Mas sabed que todo lo que hagáis será en vano. Pues antes de la media noche estaréis agonizando. Y en vuestro último suspiro, os regalaré mi más pura sonrisa.

El Payaso Diabólico.

Cierro los ojos y termino sucumbiendo a los brazos de Morfeo.

En mi cabeza resuena la música del circo. De repente para y se apagan las luces. Aparece un foco de luz en el centro de la carpa.

-¡Bienvenidos!, el espectáculo está a punto de empezar. Pero antes debo avisaros: el espectáculo es una mera representación de la realidad, y cuando menos os lo esperéis estaréis formando parte del él. Pero... si sois amantes del terror, estoy seguro que lo disfrutaréis. ¡Prepararos!, ¡pues va a comenzar el espectáculo más esperado del momento..! Que comience... el circo del horror- terminó en un susurro retumbante. A continuación oigo carcajadas y más carcajadas.

Una risa me despierta.

-Espero que lo hayas disfrutado, el espectáculo está a punto de acabar.- dijo con una espeluznante sonrisa en su rostro.

Clava su cuchillo en mi pecho varias veces, noto el frío recorrer mi cuerpo. Me estoy yendo.

Y me fui, con su sonrisa despidiéndose de mí.

14 de octubre de 2014

Soñando con volar

Abro los ojos. estoy tumbada boca arriba. Miro a mi alrededor, veo árboles que me esconden de los juguetones rayos de sol que intentan acercarse a mí. También veo un pequeño lago, no muy profundo y de agua cristalina, la mitad está tapada por un techo de roca formando una pequeña cueva. Sobre este techo, muchas veces, se reflejan los destellos que producen los rayos de sol al alcanzan la superficie del agua cristalina ¿Cómo llegué hasta aquí? Me incorporo y comienzo a caminar. Encuentro un senda. Marcada por el ser humano, libre de matojos y otras hierbas. Empiezo a caminar por ella, mientras que observo el cielo. Empiezan a acumularse nubes, lloverá dentro de poco. El camino empieza a subir por una colina. Las nubes se están volviendo grises. Me apresuro y camino hasta lo alto de la colina.
En ese momento comienza a llover. No quiero mojarme, así que, despliego mis alas y comienzo a volar. Me elevo por encima de las nubes, ahora disfruto de nuevo del sol.
Me quedo un rato a esta altura, luego decido volver al suelo. Me dejo caer en picado hasta el suelo, para, en el último momento, remontar levemente y depositarme en el suelo. He vuelto al lugar del principio. Guardo mis alas.
 Y pongo en marcha mis branquias, me sumerjo en el agua y encuentro un túnel subterráneo debajo del agua. Me meto en él. Llego a una estancia, una cueva. Se filtra la luz por algunas fisuras de las rocas permitiéndome ver a la perfección lo que me rodea. Apenas hay ruidos.
Me siento en el suelo y me abstraigo en mis pensamientos.
Después de infinitas horas. Me despierto de mis ensoñaciones y decido volver al exterior. De nuevo, me sumerjo en el agua.
Cuando salgo al exterior, ya es de noche, me recuesto en un lugar mullido, cierro los ojos y me duermo al instante.

6 de octubre de 2014

Humanidad

Unos extraterrestres vinieron a la tierra. No actuaron como esperábamos. No venían a dominarnos, no fueron como los que pintan en las películas: conquistadores y superiores. No, ellos eran pacíficos. Eran superiores ya que habían sido capaces de llegar hasta aquí. Pero no destruyeron nada de este planeta.
Algunos humanos viendo que no atacaban a nadie, se aprovecharon de ellos. Otros intentaron aprender de su armonía, su respeto hacia su entorno, su paz.
Poco a poco, los extraterrestres adquirieron de nosotros los rasgos de humanidad positivos. No les interesaba colonizar, no les interesaban los bienes propios, no les interesaba destruir.
Aprendieron a respetar todo cuanto les rodeaba. A sentir afecto por todos los seres vivos, cuidándolos y respetándolos.
Ellos se llevaron lo mejor de aquí. Igual que lo hicieron en otros planetas. Eran una mezcla de todas las costumbres de aquellos planetas que habían visitado. Gracias a ello habían ido perfeccionándose poco a poco.
Algunos humanos los tomaron como ejemplo, ya que fueron conscientes de que, lo que hacían esos seres era bueno. Aprendieron de ellos y acabaron apreciando todo lo que tenían, y cuidaron de todo aquello que les rodeaba.
Al final, los humanos se separaron en dos bloques. Unos prefirieron continuar con su destrucción del planeta, despreciando a los extraterrestres. Y otros, aquellos que aprendieron de sus costumbres, acabaron por irse con ellos, antes de ver la tierra totalmente destruida.
Después de su partida, todo volvió a la normalidad. Nadie volvió a pensar en los extraterrestres.
La tierra siguió su curso hacia la destrucción.


21 de septiembre de 2014

El Principio Hasta el Fin, en el Fin

Negro... negro... negro...
De repente, noto unos golpes en mi hombro y me despierto. Cojo el cuchillo que tengo en la pernera de mi pantalón y se lo pongo en el cuello, pero veo que se trata de Zoe, así que lo guardo. Zoe lleva su dedo índice a sus labios, pidiéndome silencio. Después, con la misma mano señala la puerta. Es uno de ellos, un hombre muerto, un zombi, o como yo suelo llamarles: un bicho. Está merodeando por el pasillo. No sé cómo pueden llegar esas cosas hasta aquí, ayer cerré perfectamente todas las entradas de la vivienda.
Cojo mis pertenencias rápidamente. No es gran cosa: una mochila con varias provisiones y un arma improvisada que me servirá de gran ayuda si alguna vez me toca enfrentarme cara a cara con alguno de esos bichos, o quién sabe, quizás contra otro humano. En el mundo de la supervivencia no hay amigos, quizás aliados, pero no puedes confiar del todo en nadie.
Después, saco mi CZ 75 B de mi pernera y le hago una señal a Zoe de que ya estoy preparado. Ella señala al balcón y camina hacia allí agachada, lentamente, sin hacer ruido. Yo me muevo detrás de ella. No podemos saltar desde el balcón por que estamos en un décimo. Parece absurdo subir tan
alto, pero en realidad los bichos no suelen subir tanto, solo algunos, los más espabilados.
Afuera se puede observar un amanecer espléndido. El cielo es anaranjado y rosáceo y se puede vislumbrar el sol entre los altos edificios del centro de la ciudad. Es un día hermoso, de hecho, de no ser porque la mayoría de los edificios están destruidos, parecería que no hay ninguna catástrofe.
Yo soy el primero en saltar. Me subo a la barandilla. Hay una distancia considerable. Sin embargo no
tengo miedo, tendría más miedo si me quedara aquí con el bicho del pasillo. Salto. Llego a agarrar la barandilla. Hago un esfuerzo muy grande y logro colarme en el balcón.Viene el turno de Zoe. Ella sí tiene miedo. Lo noto. Está nerviosa
-¡Vamos, tu puedes!- digo en voz baja.
Asiente. Respira hondo y tras unos segundos se relaja. Se da un impulso. Grita. No llega. Yo sí. He logrado agarrarla de la muñeca. Aparece el zombi. Gruñe. Tiro de ella con fuerza. Tenemos que darnos prisa, pueden llegar zombis atraídos por sus gruñidos. Logro subirla al balcón. Hecho un rápido vistazo al bicho. Tiene la mitad de la cara pálida y roja, manchada de sangre seca. La otra mitad... bueno digamos que apenas existe.
Le faltan dos dedos de la mano derecha. Casi no tiene brazo izquierdo, apenas se le puede ver un trozo del húmero.
-Vamos- me dice Zoe
Esta vez yo voy delante. Entramos en la habitación, está destrozada, pero no hay rastro de ningún bicho. Seguimos caminando y llegamos al salón. Vemos dos bichos. Están parados al lado de la puerta. No podemos atravesarla con los bichos al lado, pero tengo una idea. Cojo un objeto, creo que es un adorno de cristal. Me muevo con Zoe hasta un lado del salón y nos situamos detrás de un sofá. Después lanzo el objeto a la pared del lado contrario ¡CRASH! Se rompe en mil pedazos. Los bichos, que antes estaban parados, corren como locos hacia donde hace apenas un segundo impactó el objeto. Zoe y yo corremos hacia la puerta. Zoe pisa algo del suelo. Lo sé porque oigo el ruido, y sé que los zombis también lo han oído y sé que nos alcanzarán. Por lo menos a uno de nosotros. Apunto con mi CZ 75 B a la cabeza de uno de los bichos y le disparo. Cae al suelo. Diría que ha muerto, pero en realidad ya lo estaba, había dejado de respirar hace mucho tiempo. Apunto al otro bicho. Presiono el gatillo.
-“Tic”- “joder se me ha gastado la munición, pienso”
Cojo mi arma improvisada, el bicho llega. Le doy un golpe en la cabeza y se cae al suelo. Se levanta, le doy otro golpe y se vuelve a caer. Antes de que vuelva a levantarse le doy otro golpe, y otro y otro y otro y otro hasta que sé que no se volverá a levantar.
-Rápido- me dice Zoe- Llegarán más enseguida.
Esta vez Zoe va delante. Ahora vamos corriendo, intentamos no hacer ruido, aunque sabemos que dará igual, los bichos vendrán guiados por el ruido del disparo.Tardamos poco en bajar las escaleras y milagrosamente no nos hemos encontrado con ninguno de ellos. Llegamos a la entrada del edificio. Se pueden observar  un montón de muebles destruidos y decoración que antaño formaba parte de un hotel de lujo. Oigo gruñidos. Vuelvo mi cara hacia atrás y los veo. Cientos de bichos, quizás miles, corriendo hacia nosotros.
Vuelvo a mirar hacia delante y veo a Zoe, que ya ha llegado a la puerta. Sale. Cierra la puerta. Coloca un barrote. Esto es lo que decía al principio. No te puede fiar de nadie, te pueden abandonar en cualquier momento.
Intento pensar lo más rápido que puedo, buscando una salida. Veo una ventana a diez metros de mí. No sé si me dará tiempo. Me precipito hacia ella, ayudado por la adrenalina que corre por mis venas. Choco con algo. Tropiezo. Me doy la vuelta. Se que hoy moriré, y que me convertiré en uno de ellos. Llega el primero, el más rápido. Se abalanza sobre mí. Noto su aliento en mi cara. Noto un roce.

Me despierto de mi trance y comienzo a caminar sin rumbo. Lentamente, atento a cualquier ruido que pueda llamar mi atención.

14 de septiembre de 2014

Sueña: En la Luz

Tic, tac, tic, tac. Tomas conciencia de tu entorno, hay un gran reloj en el centro de la sala. Te acercas a él. Es blanco, como el resto de la habitación. Está todo iluminado, no hay ni un centímetro de sombra.
De pronto, oyes un golpe que se repite de forma constante. Te giras. Ves una pelota. está botando. Nunca pierde la inercia. Nunca para de botar.
Miras a tu derecha. Ves un ajedrez gigante. El juego está empezado. En dos movimientos das jaque mate al enemigo. Te vas de ahí. Ves unos círculos en el suelo. Parecen... ojos, ojos de serpiente. Luego lo ves, dos cabezas de serpiente enfrentadas.
Sigues caminando, una parte del suelo que pisas está blandito. Como si fuese una cama. Te tumbas en esa cama. Encuentras un mantita y te la hechas, te da seguridad.
Alguien se acerca. ¿Quién es esa persona? ¿La conoces? Se sienta a tu lado. Te empieza a hablar. De pronto, se levanta y se va corriendo. Meditas sobre lo que te ha dicho. La habitación se vuelve oscura. Empiezas a tener sueño. A lo lejos oyes aullidos de lobos. No te pueden hacer daño. No sabes por qué pero lo que piensas es cierto.
Estás solo en éste mundo. ¿ O no? A lo mejor, no había nadie porque no lo quisiste así.
Empiezas a pensar en ello. Tic, tac, tic, tac. El reloj sigue sonando. El tiempo pasa. El sueño te gana. Te duermes.
Buenas noches.

8 de septiembre de 2014

Sueña: En la Oscuridad

Cierra los ojos, imagina,
Estás de pie. Alrededor de ti hay oscuridad. Miras hacia arriba, no ves más que oscuridad. Miras el suelo. ¿Hay suelo? No hay suelo simplemente una oscuridad infinita, sin embargo, puedes caminar. Oscuridad. No sabes lo que hay a tu alrededor, puede haber alguien o algo. Esa oscuridad te impide percibir tu entorno. Pero tú estás relajado. Sientes que esa oscuridad es buena. Te rodea. Cálida.
Oyes ruidos. Te diriges hacia ellos. De pronto lo ves, en medio de toda esa oscuridad,una silueta un poco más clara. Una sombra. Se está moviendo. Creando un murmullo a cada paso. Ahora oyes más murmullos. Notas la presencia de más sombras a tu alrededor.
Te miras las manos ¿Tienes manos? No, no tienes manos, eres incorpóreo. Eres como ellos. Una sombra que vaga creando un pequeño tormento a su paso. Por un momento pierdes la tranquilidad. Pero después decides que te da igual. Te da igual ser una sombra. Te da igual el murmullo que hagas. Simplemente caminas. Poco a poco vas perdiendo conciencia.
Buenas noches.

1 de septiembre de 2014

El Bosque

Sueña,
Estas en un bosque, está todo bastante oscuro. La poca luz que se filtra te permite ver el suelo. Mira el suelo. Esta lleno de hojas que se han ido cayendo durante años. También puedes ver las raíces de los árboles que han ido extendiéndose por el suelo. Encuentras un árbol que puedes escalar. Parece que el árbol ha crecido para que tú puedas escalarlo con facilidad. Ahora estás en una altura media. En lo alto las hojas siguen tapándote toda la luz del sol. Pero ahora, también ves el suelo desde otra perspectiva. A esta altura puedes desplazarte de árbol en árbol, buscas uno cómodo para sentarte. Lo encuentras y te sientas. Ahora escuchas los ruidos que te rodean. Apenas hay. De vez en cuando, el viento mueve alguna hoja. No oyes pájaros. Casi hay silencio absoluto. Empiezas a escuchar el latido de tu corazón. Respiras hondo. Sientes lo bien que estás ahí. Te relajas. No piensas en nada más. Cierras los ojos. Te duermes.
Buenas noches.