29 de octubre de 2014

Soñando contigo

Estoy sentada cerca de la entrada de un metro. Sumergida en mi lectura de un libro que ahora no recuerdo. La entrada de metro desemboca en una plaza, el suelo está limpio. Es de granito. A un lado de la plaza hay una terraza en la cual, apenas hay gente. Unos cuantos árboles jóvenes y frágiles repartidos por toda la plaza, apenas logran tapan la luz del sol. Algunas hojas ha caído al suelo por que ya era su hora. Una leve brisa las estremece, igual que juega con mi pelo. Unas nubes grises tapan el cielo pero sin amenazar con lluvia. Ha llegando el otoño. Está todo tranquilo.
Tú estás en una de las esquinas de esta plaza. Observando esta entrada de metro. Tus amigos te preguntan: "¿Todo despejado?" a lo que tú respondes afirmativamente. De pronto te fijas en mí. Te preguntas "¿Quién es esa chica? es peligroso que este ahí." Quieres avisarla. Avisarme, del peligro que corro. Pero pondrías en peligro la misión que tú y tus compañeros estáis realizando. Sigues tus instrucciones sin inmutarte por mi presencia.
Entras con tus amigos en el metro. Yo estoy ahí ajena a todo. Al pasar por mi lado, quieres acercarte a mi, decirme lo peligroso que es estar ahí, que corra y huya de ahí. Pero no lo haces, ¿Qué te impide hacerlo? No lo sabes. Sigues a tus compañeros. Empezáis a instalar la bomba que hará que todo explote por los aires. Sigues pensando si avisarme o no. 
Acabáis la instalación y salís. Es tu última oportunidad de avisarme. Sales el último y antes de pensar en si está bien o mal. Te acercas a mí. Te agachas para que tus ojos y los míos estén a la misma altura. Me dices: "Sal corriendo lo más lejos que puedas". Yo te miro sin entender nada. Nuestras miradas se sostienen durante unos segundos. Luego, casi en un susurro oigo que me suplicas: "Por favor, hazlo. Pero espera a que yo me haya alejado para que no nos relacionen". Te alejas y vuelves con el resto del grupo.
¿Por qué te acercaste a mí en ese momento? ¿ Por qué decidiste hacerlo? Toda una misión fríamente calculada, hasta el último detalle, dependía de la ejecución de la misión que se te había encomendado. Nada podía variar, o todos tus esfuerzos habrían sido en vano.
 Y tú, has roto las reglas. ¿Sólo por mí? 
Me levanto, salgo corriendo en la dirección por donde tú has desaparecido. No querías que nos relacionen. Así que, aunque te veo con el resto de tu pandilla en ese callejón, esperando a algo, paso de largo. Sigo caminando hasta que encuentro un sitio lo suficientemente lejos para que "el peligro" no me alcance. Pero lo suficientemente cerca para ver lo que sucede en la plaza. Y poder ver cómo reaccionas. Puede que no me haya alejado lo suficiente. No lo sé. Mi curiosidad es mayor que mi miedo al peligro, así que me quedo ahí.
En algún momento, la bomba explota. Me sobresalto, y me quedo mirando la plaza, podría haber muerto. Solo tú me salvaste de ese destino.
Veo cómo sales del callejón y os acercáis a la plaza, junto con muchas otras personas curiosas por ver el desastre. Yo también me acerco, veo como ha quedado la plaza. Yo pertenecería a ese desastre de no ser por ti. 
Te vuelvo a ver entre la multitud. Te giras hacia mí. Nuestras miradas se encuentran. Me acerco a ti. La multitud, aunque es caótica, parece haberse puesto de acuerdo para dejarme pasar y alcanzarte.
Por fin estoy en frente tuya, tus amigos me observan y me reconocen. Antes de que digan nada, recorro el espacio que queda entre tú y yo. Tomo tu cara entre mis manos con suavidad. Deposito un beso en tus labios. Me salvaste, te amo.

26 de octubre de 2014

La muerte y la inmortalidad

Un día alguien me preguntó: ¿qué hay después de la muerte?

Es una pregunta sin respuesta, un rompecabezas sin solución. Hay gente que le tiene miedo. Yo no. ¿Por qué tendría que tenerle miedo a algo desconocido? Quizás curiosidad. Quién sabe, puede que después de la vida no haya nada. Pero, entonces no me enteraré de que estoy muerta, ya que no existo. También, puede que nos reencarnemos en otras cosas, o que volvamos a vivir la misma vida una y otra vez. O puede también que vayamos al infierno. Pero... ¿qué no es sino el mismo infierno para algunas personas esta vida? Gente que muere de hambre, o a manos de otras personas. Gente que sufre cada día, y sin embargo sonríen más que todas las personas a tu alrededor. Por tanto, como hasta en el infierno hay alegría, yo no me preocuparía.

Pero además yo sé que siempre seré parte de este mundo. Cuando muera habrá gente que me recordará y siempre estaré dentro de ellos, de sus pensamientos. Y ahora diréis: ¿Y cuando esa persona muera? Pues no pasará nada, porque a ellos también los recordarán otros, y al ser recordados, yo estaré ahí, por que formo parte de su naturaleza, de su vida. Esa es la manera en la que el ser humano es inmortal, de la que nunca se despegará de este mundo. Nunca hasta que todos nos vayamos al otro lado y seamos olvidados por la naturaleza.

19 de octubre de 2014

El Payaso Diabólico


Corro, hacia ninguna parte, pero corro. Solo pienso en correr, correr, correr y correr. Y cuando termino con la última parte de la mísera energía que me queda, caigo rodando al suelo. "Debo correr" pienso, pero no puedo más, el cansancio me gana, apenas puedo moverme. Pienso en mi colega, debió de derrumbarse antes que yo. De repente, de ninguna parte, una hoja de papel aparece. La cojo a duras penas. En ella está escrito:

Podréis correr, huir, esconderos... Mas sabed que todo lo que hagáis será en vano. Pues antes de la media noche estaréis agonizando. Y en vuestro último suspiro, os regalaré mi más pura sonrisa.

El Payaso Diabólico.

Cierro los ojos y termino sucumbiendo a los brazos de Morfeo.

En mi cabeza resuena la música del circo. De repente para y se apagan las luces. Aparece un foco de luz en el centro de la carpa.

-¡Bienvenidos!, el espectáculo está a punto de empezar. Pero antes debo avisaros: el espectáculo es una mera representación de la realidad, y cuando menos os lo esperéis estaréis formando parte del él. Pero... si sois amantes del terror, estoy seguro que lo disfrutaréis. ¡Prepararos!, ¡pues va a comenzar el espectáculo más esperado del momento..! Que comience... el circo del horror- terminó en un susurro retumbante. A continuación oigo carcajadas y más carcajadas.

Una risa me despierta.

-Espero que lo hayas disfrutado, el espectáculo está a punto de acabar.- dijo con una espeluznante sonrisa en su rostro.

Clava su cuchillo en mi pecho varias veces, noto el frío recorrer mi cuerpo. Me estoy yendo.

Y me fui, con su sonrisa despidiéndose de mí.

14 de octubre de 2014

Soñando con volar

Abro los ojos. estoy tumbada boca arriba. Miro a mi alrededor, veo árboles que me esconden de los juguetones rayos de sol que intentan acercarse a mí. También veo un pequeño lago, no muy profundo y de agua cristalina, la mitad está tapada por un techo de roca formando una pequeña cueva. Sobre este techo, muchas veces, se reflejan los destellos que producen los rayos de sol al alcanzan la superficie del agua cristalina ¿Cómo llegué hasta aquí? Me incorporo y comienzo a caminar. Encuentro un senda. Marcada por el ser humano, libre de matojos y otras hierbas. Empiezo a caminar por ella, mientras que observo el cielo. Empiezan a acumularse nubes, lloverá dentro de poco. El camino empieza a subir por una colina. Las nubes se están volviendo grises. Me apresuro y camino hasta lo alto de la colina.
En ese momento comienza a llover. No quiero mojarme, así que, despliego mis alas y comienzo a volar. Me elevo por encima de las nubes, ahora disfruto de nuevo del sol.
Me quedo un rato a esta altura, luego decido volver al suelo. Me dejo caer en picado hasta el suelo, para, en el último momento, remontar levemente y depositarme en el suelo. He vuelto al lugar del principio. Guardo mis alas.
 Y pongo en marcha mis branquias, me sumerjo en el agua y encuentro un túnel subterráneo debajo del agua. Me meto en él. Llego a una estancia, una cueva. Se filtra la luz por algunas fisuras de las rocas permitiéndome ver a la perfección lo que me rodea. Apenas hay ruidos.
Me siento en el suelo y me abstraigo en mis pensamientos.
Después de infinitas horas. Me despierto de mis ensoñaciones y decido volver al exterior. De nuevo, me sumerjo en el agua.
Cuando salgo al exterior, ya es de noche, me recuesto en un lugar mullido, cierro los ojos y me duermo al instante.

6 de octubre de 2014

Humanidad

Unos extraterrestres vinieron a la tierra. No actuaron como esperábamos. No venían a dominarnos, no fueron como los que pintan en las películas: conquistadores y superiores. No, ellos eran pacíficos. Eran superiores ya que habían sido capaces de llegar hasta aquí. Pero no destruyeron nada de este planeta.
Algunos humanos viendo que no atacaban a nadie, se aprovecharon de ellos. Otros intentaron aprender de su armonía, su respeto hacia su entorno, su paz.
Poco a poco, los extraterrestres adquirieron de nosotros los rasgos de humanidad positivos. No les interesaba colonizar, no les interesaban los bienes propios, no les interesaba destruir.
Aprendieron a respetar todo cuanto les rodeaba. A sentir afecto por todos los seres vivos, cuidándolos y respetándolos.
Ellos se llevaron lo mejor de aquí. Igual que lo hicieron en otros planetas. Eran una mezcla de todas las costumbres de aquellos planetas que habían visitado. Gracias a ello habían ido perfeccionándose poco a poco.
Algunos humanos los tomaron como ejemplo, ya que fueron conscientes de que, lo que hacían esos seres era bueno. Aprendieron de ellos y acabaron apreciando todo lo que tenían, y cuidaron de todo aquello que les rodeaba.
Al final, los humanos se separaron en dos bloques. Unos prefirieron continuar con su destrucción del planeta, despreciando a los extraterrestres. Y otros, aquellos que aprendieron de sus costumbres, acabaron por irse con ellos, antes de ver la tierra totalmente destruida.
Después de su partida, todo volvió a la normalidad. Nadie volvió a pensar en los extraterrestres.
La tierra siguió su curso hacia la destrucción.