No veo nada, un trapo cubre mis ojos. Solo oigo ruidos: una puerta metálica que se abre, unos pasos.
-Camina- dice alguien a mis espaldas.
Me empujan. Doy un paso. Por un instante no siento el suelo bajo mis pies, pero termino aterrizando en él. Me dejo llevar por los empujones que me van dando. ¿A dónde me llevan? Después de caminar un rato oigo una llave, una puerta que rechina al abrirse. Entonces me quitan el trapo, me dan un empujón que me hace entrar en una habitación y cierran la puerta.
Hay dos camas, una de ellas ocupadas por un individuo vestido con ropas descosidas y sucias que se encuentra recostado mirando a la pared. Del techo cuelga una bombilla amarillenta que parpadea. En una esquina hay una especie de retrete sin tapa que desprende un asqueroso olor a vómito. Voy hacia la cama desocupada y me dejo caer. Los muelles chillan al sentir el peso de mi cuerpo.
El individuo parece percatarse de mi presencia. Se levanta de la cama y da unos pasos hacia mí hasta estar a un metro de distancia. Aprecio sus rasgos faciales: dos cicatrices le recorren la mejilla; su pelo, largo y seboso cae alborotado como una cascada sobre su cara; y sus ojos, exageradamente abiertos, se encuentran delineados por dos fuertes ojeras.
-¿De dónde eres?- me pregunta. Su voz es grave y áspera.
-De Greenway- contesto.- Me atraparon y me separaron de mi hermano.- Hago una pausa.- Me llamo Charles- y al ver que no dice nada le pregunto:- ¿Sabes dónde estamos?
El individuo encoge los hombros.
-Lejos de Greenway- termina diciendo y se vuelve a recostar sobre su cama. Decido hacer lo mismo.
Pasa el tiempo. En un momento la bombilla se apaga. Supongo que ya es de noche. Al final me duermo.
Estoy en el salón, sentado en mi sillón. Las llamas del fuego iluminan media cara de las figuras del tablero de ajedrez. La otra se encuentra enmascarada por las sombras, sombras que continúan a lo largo del tablero, como una distorsión alargada de las figuritas. En frente de mí, en otro sillón, está mi hermano. Al igual que las figuras, el fuego solo le ilumina la mitad de su cara afilada.
- Jaque- digo.
Veo como mi hermano clava sus ojos en mí, y con su mano izquierda agarra el alfil y sonríe. De repente, se oye un ruido en el pasillo. Un trote de pies. Instantes después aparecen personas vestidas de militares. Me agarran. Mi hermano pregunta qué está pasando. Me pongo histérico. Pataleo. Grito. Gritan.