31 de octubre de 2015

Estrella Fugaz

Cantando y mirando al cielo, vi una estrella fugaz. Eso me hizo saber que en algún lugar tú la hiciste brillar. Y por eso pedí un deseo. Por mi. Por ti. Por todos. Mi deseo, pedido y solo esperando a su cumplimiento.
Al día siguiente despierto, y me encuentro con un cielo rojo rubí, como si hubiesen molido hojas de amapolas y las hubiesen espolvoreado por el cielo. Mi deseo: ser feliz junto a ti. Y junto a ello la felicidad de toda la humanidad. ¡Oh deseo envenenado! ¿por qué no pude pedir otro? La felicidad humana. ¡Qué estúpida fui! Tú siendo mi astro, mi estrella, mi sol. Y cada uno con su estrella al la cual querer y adorar. Por mi culpa todas las estrellas se acercaron a la tierra hasta estar tan próximas que quemaron su superficie. 

Desesperada, salgo a la luz de los millones de soles. 

Mis lágrimas no existen.

Mis deseos, están malditos.

Y tú, mi vida estás junto a aquellos que me iluminan.

Por eso, me tumbo en el suelo abrasado y dejo que me lleven junto a ti.

11 de octubre de 2015

Solo letras



Perdido entre las dunas del desierto, andando sin rumbo, sin nada más que yo y mi cuerpo. Pasan las horas, cae la noche y veo el cielo. Miles de estrellas parpadeantes están sobre mi y me siento infinítamente pequeño. Entonces una parece brillar más que las demás y decido seguirla. Me siento estúpido, es como si estuviese siguiendo una brújula escacharrada que no señala al norte, pero da igual, pues ya estoy perdido. Pasa el tiempo, viajo por las noches siguiendo esa estrella y no se por qué todavía no he muerto de sed y hambre. Cada día siento mis piernas más agarrotadas y cansadas, mi boca seca como una piedra y mi mente, bueno, de momento la conservo. El tiempo sigue su curso, a veces me gusta escuchar el tic-tac de las agujas del reloj de pulsera que llevo, y eso que antes odiaba ver cómo transcurrían los minutos y segundos, haciéndome vivir regido por ellos. O tal vez no. ¿Qué recuerdo? No recuerdo nada, solo recuerdo esto, este desierto. En ese momento me doy cuenta de que no sé quién soy. ¿Quién soy? ¿Qué hacía antes? ¿Cómo me llamo? De repente me acuerdo, solo soy una creación y mi único papel en esta vida es terminar esta historia. Ahora veo todo diferente, el desierto, las estrellas, mi cuerpo, solo son letras. Me agobio al pensar que solo soy eso. Un ser insignificante, más insignificante que cuando me sentí pequeño bajo las estrellas, sin ningún valor, sin mente, pues todo lo que pienso es fruto de lo que me hacen pensar, no, no soy nada. Decido dar patadas a este mundo, derrumbando de esta forma las arenas del desierto, las estrellas, mi yo, y de esta forma, esta historia.

3 de octubre de 2015

Vivir soñando

En aquel lugar donde las pequeñas coloridas mariposas arrancan los ojos de los feroces leones, masticándolos, saboreando su dulce sangre roja, engulléndolos.

Allí donde los arrodillaros alzaron un día sus caras con valor, el fuego ya no quema sus cuerpos con dolor, sino que alienta los latidos de su corazón.

Los piratas cantan, navegando a los cuatro vientos, gritando y luchando, alzando sus espadas con honor, con la libertad siempre puesta a su favor.

Donde el dolor es inexistente, pues las bellas criaturas de las más profundas cavernas del averno lo erradican sin compasión.

Donde no existe el olvido, ni los intentos de ello, pues los recuerdos constituyen los tesoros más valiosos y preciados de todos los seres, tanto de los que viven, como de los que ya lo hicieron.

Allí, en aquel lugar donde estar despierta signifique seguir soñando, mi ser se dividirá en dos, y mi alma, en ambos entes presente, se librará de seguir despertando.