28 de noviembre de 2015

Un reloj llamado tiempo •Capítulo 1•

Es un día nublado, en el cual la lluvia se vuelve un susurro constante en mis oídos. Espero sentada en un banco, al resguardo del mal tiempo, a un tren que me lleve lejos de aquí. Que me lleve a un lugar donde logre ser más feliz.
Estoy mirando el reloj de la estación y me doy cuenta de que los segundos no pasan. La manecilla gira. Da dos segundos e inesperadamente regresa a su posición inicial para volver a marcar aquellos dos segundos eternos.
Mis pensamientos comienzan a divagar. Comienzo a prestar atención a las gotas de agua que caen sobre las vías.

Llega el tren, me saca de mis pensamientos. Me levanto, y despierto a una mujer que tengo al lado, ella también estaba esperando este tren.
Nos dirigimos a la entrada donde ya se ha formado una pequeña acumulación de gente. Muestro mi billete y me deja pasar, me dirijo a mi vagón. Por suerte me ha tocado un sitio al lado de la ventana.
Pasa mucha gente por el pasillo central, pero nadie se detiene y se manifiesta como mi acompañante de viaje.
Arranca el tren.Como consecuencia, podemos decir que de forma definitiva no tengo acompañante en la primera parte del viaje. 
En la siguiente parada, algunas personas entran en mi vagón y una de ellas a mi lado.

Un simple "hola".

Una sonrisa tensa.


Mientras, miro quien es mi acompañante para este largo camino que emprendo. Es un hombre, de estatura media, calculo que un poco mayor que yo, teniendo en cuenta que hace poco que me volví una "adulta". Coloca su maleta en el compartimento de arriba, al lado de la mía. Saca un libro y lo abre por la mitad, de tal forma que parece que la página a salido al azar. 
Miro por la ventana, hemos subido mucho en altura, fuera está nevando. Leo el nombre de la estación. No sabía donde se había parado el tren. Sin embargo, no logro situar esa estación en la ruta seguida por este tren. 

Comienza a anochecer, e imagino como lentamente el sol se escondería en el horizonte.

Pasa por el pasillo una mujer que lleva un carro con víveres, preguntando si queremos cenar algo. Le compro un té y me lo tomo mientras trato de adivinar el paisaje al exterior de mi vagón a partir de la poca luz solar que queda.

Al poco tiempo de ponerse el sol por completo, se para el tren de forma brusca, repentina. Espero pacientemente durante media hora. Como el resto de pasajeros. No tardará en ponerse en marcha. 
Sin embargo, esto no ocurre. Entonces comenzamos a hablar los cuatro que estamos ahí. Dos hombres que tenemos en frente, mi acompañante y yo. Bueno en realidad, comenzaron hablando ellos. Yo estaba mirando por la ventana mientras mis pensamientos divagaban. Atrajo mi atención algo que dijo uno de ellos: "Dicen que algo a caído a las vías delante de el tren".

    -¿Como lo sabe?-le pregunto mientras dirijo mi mirada hacia él. 

Me miran los tres. Quizá no irrumpí en el mejor momento. En vez de responderme a mi pregunta, el que está al lado del que había hablado me dice:

    -Buenas noches señorita. ¿se unirá usted a nuestra discusión acerca de lo sucedido y aquello que está por suceder, ahora que nuestro astro dio paso a su hermana pequeña, la luna?

Que forma de hablar más educada y que forma de decir que anocheció. No creo que pueda responderle con la misma cortesía.

    - Sí,- digo,más fuerte de lo que pretendía- si os parece bien, si no molesto. - añado, tratando de solucionarlo. Creo que no lo estoy logrando, mejor me callo. 

    -Por supuesto- responde mi acompañante.

Le miro por primer vez a la cara. Me sonríe abiertamente.Me contagio de su sonrisa y sonrío a mi turno. Solo consigo esbozar una sonrisa un poco forzada, pero creíble. 

    - ¡Oh! Me presento, soy Carlos, y estos son Darren - señalando al que todavía no había hablado, que se encontraba enfrente de mí- y Néstor- el hombre que habla con extrema educación- ¿Y tú como te llamas?

    - Yo... me llamo Alma.- ¿Qué más debería decir?- Encantada de conoceros- algo así.
    
    - Igualmente- me dice Darren. 
    
    - Igualmente, es un placer tener nueva compañía.- me responde Néstor- Retomando nuestro diálogos en el preciso instante en el cual la señorita intervino de forma espontánea e inesperada. Me ha parecido recibir información, al igual que Darren,  que comunicaba un mensaje con la sospecha de que algún ente se encuentra en medio de los raíles de este, nuestro tren, impidiendo el avance del mismo y dejándonos en esta situación. 

Mueve las manos de vez en cuando, mira hacia todos los lados, y sus cejas no se están quietas mientras que habla. Me resulta divertido.
   
    - Entonces... ¡ Podríamos quedarnos aquí toda la noche!- Exclama Carlos.

Le asusta la idea. Puedo verlo reflejado en sus ojos su expresión facial y un poco de tensión en los músculos.
Darren asiente como diciendo "yo también estaba pensando en eso".Sin embargo, no es tan expresivo como Carlos. 
La verdad, yo tampoco quiero quedarme aquí por mucho tiempo en medio de un bosque. Aunque, por lo menos, ahora tengo buena compañía.

    - Si eso es lo que ha sucedido tendrían que avisarnos por megafonía.- digo.

Como si lo hubiese invocado, suena de pronto en todo vagón: " pasajeros a bordo de este tren, les anunciamos que ha sucedido un incidente. Algo obstruye el paso del tren por su vía, y será imposible avanzar sin ayuda externa". Se apaga la conexión. Y estalla en el vagón un sinfín de comentarios, y de conversaciones.

    - Ahí tienes tu aviso - me dice Darren con los ojos tristes y con una pequeña sonrisa que logra levantando un poco las comisuras de los labios, pero que denota todo lo contrario. No lo considera una buena noticia. 
No es una buena noticia para nadie.



No hay comentarios:

Publicar un comentario