21 de septiembre de 2014

El Principio Hasta el Fin, en el Fin

Negro... negro... negro...
De repente, noto unos golpes en mi hombro y me despierto. Cojo el cuchillo que tengo en la pernera de mi pantalón y se lo pongo en el cuello, pero veo que se trata de Zoe, así que lo guardo. Zoe lleva su dedo índice a sus labios, pidiéndome silencio. Después, con la misma mano señala la puerta. Es uno de ellos, un hombre muerto, un zombi, o como yo suelo llamarles: un bicho. Está merodeando por el pasillo. No sé cómo pueden llegar esas cosas hasta aquí, ayer cerré perfectamente todas las entradas de la vivienda.
Cojo mis pertenencias rápidamente. No es gran cosa: una mochila con varias provisiones y un arma improvisada que me servirá de gran ayuda si alguna vez me toca enfrentarme cara a cara con alguno de esos bichos, o quién sabe, quizás contra otro humano. En el mundo de la supervivencia no hay amigos, quizás aliados, pero no puedes confiar del todo en nadie.
Después, saco mi CZ 75 B de mi pernera y le hago una señal a Zoe de que ya estoy preparado. Ella señala al balcón y camina hacia allí agachada, lentamente, sin hacer ruido. Yo me muevo detrás de ella. No podemos saltar desde el balcón por que estamos en un décimo. Parece absurdo subir tan
alto, pero en realidad los bichos no suelen subir tanto, solo algunos, los más espabilados.
Afuera se puede observar un amanecer espléndido. El cielo es anaranjado y rosáceo y se puede vislumbrar el sol entre los altos edificios del centro de la ciudad. Es un día hermoso, de hecho, de no ser porque la mayoría de los edificios están destruidos, parecería que no hay ninguna catástrofe.
Yo soy el primero en saltar. Me subo a la barandilla. Hay una distancia considerable. Sin embargo no
tengo miedo, tendría más miedo si me quedara aquí con el bicho del pasillo. Salto. Llego a agarrar la barandilla. Hago un esfuerzo muy grande y logro colarme en el balcón.Viene el turno de Zoe. Ella sí tiene miedo. Lo noto. Está nerviosa
-¡Vamos, tu puedes!- digo en voz baja.
Asiente. Respira hondo y tras unos segundos se relaja. Se da un impulso. Grita. No llega. Yo sí. He logrado agarrarla de la muñeca. Aparece el zombi. Gruñe. Tiro de ella con fuerza. Tenemos que darnos prisa, pueden llegar zombis atraídos por sus gruñidos. Logro subirla al balcón. Hecho un rápido vistazo al bicho. Tiene la mitad de la cara pálida y roja, manchada de sangre seca. La otra mitad... bueno digamos que apenas existe.
Le faltan dos dedos de la mano derecha. Casi no tiene brazo izquierdo, apenas se le puede ver un trozo del húmero.
-Vamos- me dice Zoe
Esta vez yo voy delante. Entramos en la habitación, está destrozada, pero no hay rastro de ningún bicho. Seguimos caminando y llegamos al salón. Vemos dos bichos. Están parados al lado de la puerta. No podemos atravesarla con los bichos al lado, pero tengo una idea. Cojo un objeto, creo que es un adorno de cristal. Me muevo con Zoe hasta un lado del salón y nos situamos detrás de un sofá. Después lanzo el objeto a la pared del lado contrario ¡CRASH! Se rompe en mil pedazos. Los bichos, que antes estaban parados, corren como locos hacia donde hace apenas un segundo impactó el objeto. Zoe y yo corremos hacia la puerta. Zoe pisa algo del suelo. Lo sé porque oigo el ruido, y sé que los zombis también lo han oído y sé que nos alcanzarán. Por lo menos a uno de nosotros. Apunto con mi CZ 75 B a la cabeza de uno de los bichos y le disparo. Cae al suelo. Diría que ha muerto, pero en realidad ya lo estaba, había dejado de respirar hace mucho tiempo. Apunto al otro bicho. Presiono el gatillo.
-“Tic”- “joder se me ha gastado la munición, pienso”
Cojo mi arma improvisada, el bicho llega. Le doy un golpe en la cabeza y se cae al suelo. Se levanta, le doy otro golpe y se vuelve a caer. Antes de que vuelva a levantarse le doy otro golpe, y otro y otro y otro y otro hasta que sé que no se volverá a levantar.
-Rápido- me dice Zoe- Llegarán más enseguida.
Esta vez Zoe va delante. Ahora vamos corriendo, intentamos no hacer ruido, aunque sabemos que dará igual, los bichos vendrán guiados por el ruido del disparo.Tardamos poco en bajar las escaleras y milagrosamente no nos hemos encontrado con ninguno de ellos. Llegamos a la entrada del edificio. Se pueden observar  un montón de muebles destruidos y decoración que antaño formaba parte de un hotel de lujo. Oigo gruñidos. Vuelvo mi cara hacia atrás y los veo. Cientos de bichos, quizás miles, corriendo hacia nosotros.
Vuelvo a mirar hacia delante y veo a Zoe, que ya ha llegado a la puerta. Sale. Cierra la puerta. Coloca un barrote. Esto es lo que decía al principio. No te puede fiar de nadie, te pueden abandonar en cualquier momento.
Intento pensar lo más rápido que puedo, buscando una salida. Veo una ventana a diez metros de mí. No sé si me dará tiempo. Me precipito hacia ella, ayudado por la adrenalina que corre por mis venas. Choco con algo. Tropiezo. Me doy la vuelta. Se que hoy moriré, y que me convertiré en uno de ellos. Llega el primero, el más rápido. Se abalanza sobre mí. Noto su aliento en mi cara. Noto un roce.

Me despierto de mi trance y comienzo a caminar sin rumbo. Lentamente, atento a cualquier ruido que pueda llamar mi atención.

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