29 de marzo de 2015

A la dichosa rosquilla

Maldito sea el sabor que otorgas a mi boca,
que de tal dulce desdicha se empalaga.

Maldita sea la dichosa cumbre de nieve que adorna
tus montañas, donde habita la bruja más malvada.

Maldita sea tu hermana la espuma,
que de entre las olas sale y te azota.
Más, qué sería el mar sin ella,
sino el agua que se lleva los restos de tu causa.

Maldita seas, maldita, que lo que antaño fue dulce,
luego se hace bola y engorda.

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