Erase una vez, un delfín que vivía en un mar lleno de corales. Él solo conocía a pececitos que eran muy pequeños y muy tontos. Pero el delfín quería tener compañía de su especie y de su intelecto.
Un día el delfín se encontró una bota. Una bota multicolor con pequeñas estrellas de mar como hebilla. Y brillaba, brillaba mucho. Tanto que no pudo resistirse tocarla, recogerla y llevársela a su casa.
Pero por las noches la bota temblaba y el delfín no sabía por qué. La llevó al médico y este le dijo que necesitaba una planta mágica para curar a la botita hermosa. Le dijo donde se encontraba y el delfín fue a buscarla.
Aquella planta estaba en otro planeta en un planeta donde había mucha más agua. Nuestro delfín llegó al planeta y trató de encontrara a alguien que le enseñase por donde podría encontrar la planta. Pero no vio a nadie. Aquel lugar estaba vacío. Entonces dio vueltas al planeta. Y vueltas y más vueltas
Hasta que al fin, tras un larga búsqueda y medio planeta recorrido, la encontró. Puso la planta en la bota y fue entonces, cuando sucedió la magia. Todos los colores de la bota se despegaron y cada uno tomó la forma de un lindo delfín. Cada delfín era de un color del arcoíris. Y todos nadaban reían y lo llenaban todo de felicidad. Además, aquel resplandor tan potente de la bota partió hacia otro lugar de la galaxia.
Entonces supieron que había más como ellos y que deberían salvarlos de su encierro. Y partió nuestro delfín, esta vez en compañía, en busca de aventuras. En busca de la felicidad.
Pero por las noches la bota temblaba y el delfín no sabía por qué. La llevó al médico y este le dijo que necesitaba una planta mágica para curar a la botita hermosa. Le dijo donde se encontraba y el delfín fue a buscarla.
Aquella planta estaba en otro planeta en un planeta donde había mucha más agua. Nuestro delfín llegó al planeta y trató de encontrara a alguien que le enseñase por donde podría encontrar la planta. Pero no vio a nadie. Aquel lugar estaba vacío. Entonces dio vueltas al planeta. Y vueltas y más vueltas
Hasta que al fin, tras un larga búsqueda y medio planeta recorrido, la encontró. Puso la planta en la bota y fue entonces, cuando sucedió la magia. Todos los colores de la bota se despegaron y cada uno tomó la forma de un lindo delfín. Cada delfín era de un color del arcoíris. Y todos nadaban reían y lo llenaban todo de felicidad. Además, aquel resplandor tan potente de la bota partió hacia otro lugar de la galaxia.
Entonces supieron que había más como ellos y que deberían salvarlos de su encierro. Y partió nuestro delfín, esta vez en compañía, en busca de aventuras. En busca de la felicidad.
Gracias a Hikachy por ayudarme y apoyarme al escribir este cuento. No habría quedado igual de risueño sin ella.
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