3 de noviembre de 2015

Escribir por escribir

Miro al cielo y veo  nubes.
Nubes, esa son la causa de que mi conexión vaya tan mal.
Mal, una palabra que tiene treinta letras.
Letras, la base de las matemáticas.
Matemáticas, eso que usamos para cocinar.
Cocinar, animal con mucho pelo pero ágil como una escoba.
Escoba, es el arma más importante de los saturnianos.
Saturnianos, gomitas con nombres de tapacubos.
Tapacubos, esferas con el poder de parar el tiempo.
Tiempo, lo que los humanos perciben como vida.
Vida, eso que se le da a los seres vivos.
Seres vivos, los hay de muchos tipos como las regaderas.
Regadera, tapiz que sirve para dormir.
Dormir, placer de dioses.
Dioses, aquellos que se dan cuenta de todo lo que les rodea.
Rodea, rodeo al masculino.
Masculino, lo opuesto a desierto.
Desierto, eso que todos deseamos en nuestro teléfono.
Teléfono, eso que es prescindible en la sociedad de hoy.
Hoy, es en realidad ayer.
Ayer, será el día en el cual los pájaros migran por ser otoño.
Otoño, esa estación del año que siempre llega tarde a las reuniones.
Reuniones, citas con la muerte.
Muerte, objeto que todos temen aún siendo de terciopelo.
Terciopelo, lápiz de tinta musical que sirve para arreglar ordenadores.
Ordenador, aquello que nos atiende en los restaurante.
Restaurante, ese conjunto de cosas que nunca sabes definir.
Definir, es algo que se le da bien a la marmota.
Marmota, aquel azulejo que solo yo miro.
Miro, miro al cielo y veo nubes...

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