Erase una vez, un hombre que pensó que no era libre. Pues siempre dependía de otros hombres y debía obedecerlos. Por ello, ese día pidió a los seres del más allá que le dejaran ser libre de los otros humanos. Un ser le escuchó e hizo realidad su deseo.Pasaron los días. El hombre ya era libre de de los demás seres humanos.
Pero un día, se dio cuenta de que la naturaleza lo controlaba, dependía de ella. Pues unos días llovía y debía refugiarse, y otros, hacía calor y debía aguantarse. Por ello, pidió a los seres del más allá ser libre de la naturaleza y no depender de ella. Un ser le escucho y le concedió su deseo.Ahora el hombre tampoco dependía de la naturaleza.
Sin embargo, los días fueron pasando, y el hombre se dio cuenta de que dependía de sus propios caprichos y sus vicios.Era controlado por cosas tan simples como la bebida y las drogas. El hombre pidió una vez más a los seres del más allá ser libre de sus propios vicios.
Y una vez más un ser le escuchó y cumplió su deseo. El hombre ya no dependía ni de los demás hombres, ni de la naturaleza, ni de sus vicios.
Los años fueron pasando y el hombre se dio cuenta de que, las personas a su alrededor envejecían y morían. El hombre quería ser libre de la muerte, del tiempo. Y así como las otras veces, pidió a los seres que le dejaran ser libre de la muerte. Un ser le escuchó e hizo realidad su deseo. Las manchas rojas afirmaron que el hombre ya era libre de la muerte.
"¡Bienvenido a la hora del té! Te estaba esperando. La Liebre acaba de llegar, y el lirón ya está roncando.": te dice el sombrerero. "Empezó a las siete en punto y un segundo":aclara la Liebre. "Hey, no te sientes, ¿quién te ha invitado?": te reprocha el sombrerero. "Habrá sido el lirón":contesta la Liebre. Y el sombrerero te mira y te dice: “Pero si los lirones no hablan. Solo cantan. Huy, detecto síntomas de locura. Sí, estás majareta, ¿pero te digo un secreto? Las mejores personas lo están.”
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